No son su especialidad los hoteles
urbanos, pero la firma Banyan Tree ha bordado su última creación en Shanghai. Banyan Tree Shanghai on the Bund es un
verdadero oasis en medio de una de las ciudades más bulliciosas y fascinantes
del planeta.
Cumple con todos los requisitos para
convertirse en un establecimiento de referencia en una región tan competitiva
como ésta: la mayor parte de sus grandes ciudades se encuentran inmersas es un
proceso de regeneración frenética para lograr disputarle a Nueva York la
capitalidad mundial de los “skyline”.
-- Vistas: como no podía ser de otra forma, las tiene, y muy
especiales, aportando una perspectiva diferente de las dos orillas del río
Huangpu, la columna vertebral de la ciudad. Por un lado el glamuroso e
iconográfico frente colonial de Shanghai y por el otro su futurista centro
financiero.
-- Arquitectura: diseño conceptual al más puro estilo neoyorkino, todo
cristal y ventanales para no perderse ni un solo detalle de esta ciudad,
sorprendente y carismática. Y digo sorprendente, entre otras cosas, porque todavía
hay gente que pasea en pijama por sus calles a pesar de que las autoridades
locales lo han prohibido expresamente. Me encanta.
-- Spa: si algo cuida en exceso la cadena Banyan Tree es
su spa. Una experiencia sensorial en toda regla. Tratamientos basados en la
sabiduría tradicional china, el Ying y el Yang, y con materias primas tan
autóctonas como la soja, el ginseng, el té Longjing o el crisantemo.
-- Gastronomía: tres espacios muy diferentes para disfrutar de
una gastronomía altamente sugerente. Desde la más tradicional cocina cantonesa,
pasando por las más atrevidas vanguardias tokiotas hasta las combinaciones más trendy de la cocina internacional de
fusión, sin faltar el toque mediterráneo en su restaurante Oceans.
-- Servicio: discreto y pendiente de cada uno de los detalles.
La calidad de un hotel siempre se medirá por la atenta mirada de todas las
personas que trabajan en él. El factor humano es determinante y debería haberlo
puesto en primer lugar. Mil disculpas.
-- Glamour a raudales: es decir, esa mezcla liviana entre lo
imprescindible y lo puramente prescindible, por artificioso e innecesario.
Tiene una terraza exterior de vértigo, TOPS, para disfrutar de los mejores
atardeceres, gin-tonic en mano, y un interiorismo que enamora hasta a las
piedras.
Le faltan historia y visitantes ilustres,
como estrellas de cine, pero ya hemos dicho que es un hotel de nueva apertura.
Nos volveremos a ver aquí dentro de unos años.

(Fotos cortesía del hotel)
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