Por Tomás Zapata
Es un momento realmente mágico sentarse al
atardecer en una de las terrazas de la barroca Plaza Mayor de Salamanca y
esperar a que enciendan las luces. Impresiona y motiva, como el resto de la
ciudad. El corazón te da un vuelco, un pellizco, un sentirse importante al ser
testigo de tan noble acontecimiento.
Pero hoy no quiero hablar de esta ciudad gloriciosa, tardío descubrimiento para
este viajero infatigable, sino del
tapeo y más concretamente de Las Tapas de Gonzalo: un local de
diseño moderno, mezcla ecléctica entre el más puro estilo Art Déco y los cafés
venecianos con vistas a la Piazza San Marco. Y en plena Plaza Mayor de
Salamanca. El espectáculo está servido.
La carta es sencilla pero variada:
entrantes, ensaladas, carnes, pescados y postres, cocina de toda la vida con un
toque muy, muy personal.
Os recomiendo el arroz meloso con
carabineros, al dente, en su punto de sal y jugosidad. La berenjena frita en
capas finísimas, con miel de caña y, aunque en la carta no lo ponga, aceite chino
de sésamo. La mini hamburguesa de rabo de toro, deliciosamente crujiente en su
interior. La ensalada de queso de cabra y frutos rojos, espectacular. O las croquetas
de jamón ibérico salmantino. Y de postre, una maravillosa combinación de tres
chocolates.
Restaurante a ras de suelo con vistas y
con los pies en este planeta: por fin un lugar de diseño a un precio más que
razonable.
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