Durante más de mil años, Japón
ha sabido preservar de forma intacta su espíritu hospitalario conocido como
“omotenashi”. Todo debe estar perfecto para recibir a los huéspedes: las flores
en la habitación simbolizan las diferentes estaciones del año, rociar con agua
la entrada nos ayudará a liberarnos de malos presagios y el incienso purificará.
Y nada mejor que un ryokan
para mantener esta ancestral tradición. En la actualidad existen más de 50.000
alojamientos de este tipo en todo el país, muchos de ellos dirigidos por la
misma familia a lo largo de varias generaciones.
Como surgido de un cuento, Wanosato es uno de estos maravillosos ryokans,
situado muy cerca de la histórica ciudad de Takayama. Este lugar transmite
tanta paz y serenidad que sus afortunados huéspedes no tendrán más remedio que
olvidarse del mundo exterior. Los tejados de paja de sus modestos edificios
sobresalen por encima de una vegetación exuberante, verde jade. Un paraíso
perdido en una zona rural de tiempos pasados, ya casi inexistentes, pero no
olvidados.
El establecimiento está situado a orillas del río Mtya y cuenta tan solo con 8
habitaciones, cada una de ellas con su spa individual.
Aquí nos espera además una estancia gourmet, con comidas elaboradas
principalmente con productos locales raros, entre ellos la exquisita y finísima
ternera hida.